Tomado de: Articulo Original.
Adscrita al programa feminista del Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, la
doctora en sociología Olivia Tena Guerrero ha dedicado parte de su
trabajo a comprender la condición masculina.
Maestra en psicología por la UNAM y especialista en feminismo y
estudios de género, Tena Guerrero ha desarrollado las líneas de
investigación Estudios feministas sobre la condición masculina; Crisis de empleo y crisis de masculinidad; Trabajo, género y salud, en las que aventura que la masculinidad y el feminismo tienen metas comunes.
“Comencé a trabajar el
tema de soltería cuando realicé los estudios de doctorado, pues en ese
entonces yo estaba dando terapia a mujeres solteras de entre 30 y 50
años, que me buscaban porque tenían una serie de problemáticas.
A mí
esto me interesaba analizarlo desde la sociología”.
El estudio de la soltería la condujo a incursionar en las
investigaciones de género. “Solo tenía a un paciente soltero, pues
ningún otro hombre me buscaba por esta razón. Este hombre me pedía ayuda
porque tenía una disfunción sexual, no por ser soltero ni porque
tuviera un problema moral por ello.”
A partir de este caso, la investigadora pudo darse cuenta de
que hombres y mujeres experimentaban de manera distinta la soltería. Fue
así como, sin proponérselo ni darse cuenta, emprendió la investigación
sobre las masculinidades.
“Me di a la tarea de analizar y publicar algunos datos con los
que contaba. De esta forma, el estudio de las masculinidades siguió
extendiéndose y fue como, tiempo después, comencé la investigación sobre
empleo y desempleo.
Recientemente, me he enfocado en realizar
reflexiones teóricas sobre el significado de la masculinidad desde una
perspectiva feminista.”
El feminismo es una teoría social que no solo estudia temas sobre mujeres, sino queem> su objetivo es atender las relaciones entre hombres y mujeres, analizando el ejercicio desigual de poder entre ambos.
“Analizar las masculinidades desde esta perspectiva se debe a
que cuando uno trabaja feminismo también trabaja género y este es una
categoría relacional.”
“En las sociedades occidentales, y en un país como el nuestro, a
los hombres se les exige que cuenten con un poder económico, que tengan
gran autoridad sobre las mujeres y sus hijos, y que posean poder
sexual”, relata la investigadora.
Existe el llamado modelo hegemónico de masculinidad, un
concepto creado por el sociólogo Robert Conell, que tiene como centro el
poder masculino, el poder que los hombres tienen que ejercer de una u
otra manera.
Durante el análisis Olivia Tena observó que la crisis del
modelo económico de nuestro país, que se desata de una crisis a nivel
internacional, estaba generando un impacto en el modelo de masculinidad,
pues la pérdida del empleo provoca que los hombres pierdan autoridad,
poder económico y poder sexual. Es decir, los requerimientos que la
sociedad exige para verlos como “hombres”.
“Hay hombres que intentan recuperar la autoridad perdida
buscando de manera obsesiva un nuevo empleo, lo que los lleva a
angustiarse mucho, enfermarse e incluso a la muerte. De igual forma, en
este escenario los hombres presentan una incapacidad total para
flexibilizar los roles de género, la imposibilidad de compartir
responsabilidades con sus parejas; no aceptan el dejar de ser los
proveedores familiares. Esto se traduce en un quiebre para ellos”,
relata la psicóloga de la UNAM.
También se encuentran a hombres que son capaces de
flexibilizarse y que al no tener empleo, al no tener poder económico,
comparten las responsabilidades domesticas cuidando hijos o realizando
labores familiares, para que de esta forma su pareja pueda desempeñar el
papel de proveedora.
“El problema es que si estos varones recuperan el poder
perdido, regresan a las características que conocen como referente
masculino; entonces podría no ser un cambio perdurable.”
Asimismo están los hombres que quieren realmente un cambio, que
con o sin crisis económica, no están de acuerdo con el modelo
hegemónico de masculinidad.
“A esto hecho yo le llamaría masculinidad disidente,
pues encontramos a hombres que están dispuestos a negociar con su
pareja, con las instituciones y con su familia para tener un cambio
concreto. Claramente esto es muy difícil porque no hay instituciones, no
existe seguridad social y a veces ni las mujeres que lo quieran hacer.”
A la par, la feminista detectó los comportamientos de los
hombres que cuentan con el privilegio de cumplir con las exigencias de
la masculinidad hegemónica.
“Son hombres admirados, difícilmente contrariados, son
comúnmente reconocidos tanto por hombres como por mujeres. Cuando
encuentran a alguien que no respeta esa autoridad que profesan, no sería
extraño que ejercieran violencia como forma de sometimiento”.
En su opinión, el modelo hegemónico de masculinidad afecta
tanto a hombres como a mujeres. “Tenemos que demostrar que mientras
exista la aspiración a ejercer el poder como autoridad por parte de los
hombres, a partir del modelo que se les exige, las relaciones entre
hombres y mujeres no van a ser buenas, y de esta forma sufrimos ambas
partes”
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