Tomado de: Articulo original
El marxismo es el conjunto de doctrinas políticas y filosóficas derivadas de la obra de Karl Marx, filósofo, economista, periodista y revolucionario del siglo XIX y de su amigo Friedrich Engels. Marx y Engels se basaron en la filosofía de Hegel y de Feuerbach, ambos alemanes, la economía política de Adam Smith, la economía ricardiana y el socialismo francés del siglo XIX para desarrollar una crítica de la sociedad que es tanto científica como revolucionaria. Esta crítica alcanzó su expresión más sistemática en su obra más importante, El capital: crítica de la economía política. Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores marxistas del siglo XX, como Louis Althusser, Toni Negri o Miguel Abensour han señalado en la obra de Marx, el desarrollo de temas presentes en la obra de Maquiavelo o Spinoza.
El marxismo es el conjunto de doctrinas políticas y filosóficas derivadas de la obra de Karl Marx, filósofo, economista, periodista y revolucionario del siglo XIX y de su amigo Friedrich Engels. Marx y Engels se basaron en la filosofía de Hegel y de Feuerbach, ambos alemanes, la economía política de Adam Smith, la economía ricardiana y el socialismo francés del siglo XIX para desarrollar una crítica de la sociedad que es tanto científica como revolucionaria. Esta crítica alcanzó su expresión más sistemática en su obra más importante, El capital: crítica de la economía política. Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores marxistas del siglo XX, como Louis Althusser, Toni Negri o Miguel Abensour han señalado en la obra de Marx, el desarrollo de temas presentes en la obra de Maquiavelo o Spinoza.
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Las raíces hegelianas del marxismo |
El pensamiento marxista |
Las raíces político-económicas del marxismo |
La economía marxista |
Las clases sociales |
La religión y el marxismo |
La concepción materialista de la historia |
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Georg Wilhelm Friedrich Hegel |
Hegel
propuso una forma de idealismo en el que las ideas se
desarrollaron gradualmente en la historia. Marx conservó el
énfasis histórico de Hegel, pero propuso una tesis,
contraria a la de Hegel, de que es el desarrollo de la
producción, de sus fuerzas productivas y relaciones de
producción son las que determinan el curso de la historia,
la base de su desarrollo; y que las ideas se alzan sobre
esta base, y no a la inversa. Marx resume su teoría
filosófica materialista de la historia, en el materialismo
histórico, en Contribución a la crítica de la economía
política: "En la producción social de su existencia, los
hombres inevitablemente entablan relaciones definidas que
son independientes de su voluntad, a saber, relaciones de
producción aptas para un estado dado del desarrollo de las
fuerzas materiales de producción. La totalidad de estas
relaciones de producción constituye la estructura económica
de la sociedad, el fundamento real sobre el que se alza una
superestructura jurídica y política y a la que corresponden
formas definidas de conciencia intelectual. No es la
conciencia de los hombres la que determina su existencia,
sino su existencia social la que determina su conciencia".
Marx recalcó
que el desarrollo de la vida material entrará en conflicto,
y la principal contradicción del sistema capitalista es que
el trabajo es social, pero la forma de apropiación de éste
es privado. Estas contradicciones, son la fuerza motriz de
la historia. Como ejemplo de sus ideas, Marx habló
-principalmente- del desarrollo del capitalismo a partir del
feudalismo y predijo el desarrollo del socialismo a partir
del capitalismo.
Testigo y
víctima de la primera gran crisis del capitalismo (década de
1830 del siglo XIX) y del periodo revolucionario de 1848,
Marx desarrolla una teoría económica capaz de aportar
explicaciones a las mismas, pero a la vez de interpelar a
las clases populares a participar en ella activamente para
producir un cambio revolucionario.
Karl Marx
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Friedrich
Engels
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Para Marx,
la determinación de la magnitud de valor de una mercancía es
la cantidad de trabajo requerido socialmente para
producirla. Esta es la conocida teoría del valor trabajo.
Así, criticando la teoría de David Ricardo del
valor–trabajo, deduce que el salario es el valor de la
mercancía fuerza de trabajo, y como todo valor, se determina
por el tiempo de trabajo necesario para la producción y
reproducción de la misma, en este caso para la producción y
reproducción de la mercancía fuerza de trabajo, da el valor
de los medios de vida necesarios para asegurar la
subsistencia del trabajador. Por otra parte, el capitalista
comprador de la fuerza de trabajo consume dicha mercancía en
el proceso de producción donde el trabajador rinde durante
un tiempo (jornada laboral) que excede la cantidad de tiempo
necesaria para su reproducción como obrero (salario), es
decir el valor de la fuerza de trabajo y su valorización en
el proceso de trabajo son factores distintos, cuya
diferencia determina la magnitud de la plusvalía (ejemplo de
Marx en el Capital 1: "que para alimentar y mantener en pie
la fuerza de trabajo durante veinticuatro horas haga falta
media jornada de trabajo, no quiere decir, ni mucho menos,
que el obrero no pueda trabajar durante una jornada entera).
Esta plusvalía es apropiada por el capitalista y de ella
procede la ganancia. Esta apropiación constituye la base
fundamental del modo de producción capitalista y a su vez
estas condiciones materiales determinan la superestructura,
es decir las formas y contenidos de la conciencia expresadas
en el arte, la política, la religión y también el derecho.
Esta contradicción fundamental (producción colectiva vs.
apropiación individual) bajo el régimen de producción
capitalista reviste la forma de Ley general de la
acumulación capitalista que consiste en que cuanto mayor es
la riqueza social, es decir el capital en funcionamiento y
por tanto, tanto mayor es la magnitud absoluta del
proletariado y la capacidad productiva del mismo, tanto
mayor es el ejército de reserva, y por tanto a medida que
crece la acumulación de capital crece la acumulación de
miseria, y algunos de sus fenómenos son la disminución de la
tasa de beneficios a la vez que la concentración del capital
en muy pocas manos.
Marx
distingue dos tipos de capitales, el capital variable y el
capital constante. Los medios de producción y las materias
primas utilizadas durante el proceso de producción se
consideran como capital constante debido a que solo
transmiten su valor a la nueva mercancía producida. Sin
embargo, la única mercancía capaz de crear la plusvalía es
la fuerza de trabajo. Así esta se convierte en capital
variable, puesto que gracias a su utilización se genera un
valor que no es pagado por el capitalista.
La tasa de
explotación se calcula gracias a la fórmula Pl/V en donde V
es la cantidad de capital variable utilizado, es decir el
capital invertido en salarios, y Pl la plusvalía obtenida
luego del proceso de producción. También se puede calcular
gracias a trabajo no pagado / trabajo pagado.
Existe
también la composición orgánica del capital C/V que muestra
la sumisión del obrero a los instrumentos de trabajo o
máquinas. En el modo de producción capitalista, esta
composición orgánica tiende a aumentar puesto que el
capitalista substituye progresivamente la mano de obra
demasiado cara por máquinas. En términos anteriores,
reemplaza capital variable por capital constante. Esto se
debe a que los capitalistas entre ellos, al estar en
competencia, tratan de disminuir sus costos para que su
producto tenga el mismo valor que los demás, pero cueste
menos hacerlo. Así buscan aumentar la productividad gracias
al empleo de maquinaria. Sin embargo, esta práctica se
generaliza en todas las empresas del sector, y entonces, al
haber un cambio en la productividad, se genera un cambio en
el valor de la mercancía puesto que ahora cuesta menos
producirla. Hay una tendencia a aumentar la productividad y
a reducir relativamente la cantidad de capital variable
frente al capital constante. Esto genera una baja en el
valor de los productos. Marx esboza así una teoría sobre la
baja tendencial del beneficio ya que como el capital
variable es el único que crea valor, es decir la plusvalía,
y el capital constante solo lo transmite, hay cada vez menos
creación de valor. La tasa de beneficio tiende a cero.
Sin embargo
Marx sugirió que era solo una tendencia ya que los
capitalistas podrían extraer más plusvalía según nuevos
métodos, como la reducción de los precios de los bienes de
consumo gracias al libre comercio, o una nueva organización
del trabajo como lo fue el taylorismo. Así, la contradicción
principal del capitalismo según Marx es el antagonismo de
clases entre la clase capitalista y la clase proletaria.
La necesidad
de la revolución implicada en tales contradicciones está
determinada por las tensiones que se derivan del hecho de
que las fuerzas productivas sobrepasan y se ven limitadas
por las relaciones de producción, para el capitalismo tal
revolución consiste en la «expropiación de los
expropiadores» y movimiento final de la dialéctica de la
propiedad privada y su abolición, que en el pensamiento de
Marx se concreta en un horizonte político concreto: el
socialismo, antesala a su vez del comunismo. El materialismo
dialéctico, es decir la dialéctica del modo en que el hombre
produce sus medios de vida, de la que se deriva su
alienación, constituye para Marx la historia humana (para
Marx: la historia humana es la historia de su alienación y
de la abolición de dicha alienación), historia que a cada
momento solo puede ser entendida según sus diferentes modos
de producción, y la lucha de clases inherente, por ejemplo,
esclavista, feudal, capitalista y comunista.
Las obras de
Marx han influido a un buen número de teóricos y políticos,
en un buen número de ocasiones enemigos entre sí. Por una
parte, habría que señalar la interpretación que han
realizado leninistas, trotskistas y maoístas, partidarios de
que una vanguardia del proletariado se haga con el poder a
través de la fuerza, para así avanzar hacia el socialismo:
URSS, Albania, China, Cuba. Por otra, la que realiza la
socialdemocracia, en sus orígenes contraria a la táctica
revolucionaria y partidaria de avanzar hacia el socialismo a
través de progresivas reformas parlamentarias (hay que decir
que la mayoría de partidos socialdemócratas han ido poco a
poco reformando sus planteamientos, hasta aceptar la
economía de mercado). Asimismo, hay teóricos que se sitúan
entre estas interpretaciones y defienden una revolución
radicalmente democrática (algunos rechazan la idea de
conformar un partido político, por ejemplo), y otros que
aplican el marxismo al estudio de
determinadas ciencias (Historia, Arte, Antropología, etc.).
determinadas ciencias (Historia, Arte, Antropología, etc.).
La economía
política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los
economistas políticos más conocidos de su época, los
economistas políticos clásicos británicos, para
ulteriormente criticar su forma errónea de pensar. La
economía política, que es anterior a la división que se hizo
en el siglo XX de las dos disciplinas, trata las relaciones
sociales y las relaciones económicas considerándolas
entrelazadas. Marx siguió a Adam Smith y a David Ricardo al
afirmar que el origen de los ingresos en el capitalismo es
el valor agregado por los trabajadores y no pagado en
salarios. Esta teoría de la explotación la desarrolló en El
capital, investigación “dialéctica” de las formas que
adoptan las relaciones de valor.
El capital
ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero estaba
terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y
particularmente su primer capítulo, se encuentra el núcleo
del análisis. Aquí tiene un peso extraordinario la herencia
de Hegel, y rara vez se lee la obra tan cabalmente como lo
pide Marx en su introducción. El método de presentación
procede de los conceptos más abstractos, incorporando
paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de
determinación y proyectando los efectos de dicho estrato en
un intento por llegar, finalmente, a una explicación total
de las relaciones concretas de la sociedad capitalista
cotidiana. En estas obras Marx demuestra científicamente las
bases de las diferencias entre los seres humanos y sobre la
teoría de la apropiación del trabajo, la "plusvalía", entre
muchas otras cosas.
Marx criticó
a Smith y Ricardo por no reparar en que sus conceptos
económicos reflejaban instituciones específicamente
capitalistas, no propiedades naturales innatas de la
sociedad humana, y no se podían aplicar intactos a todas las
sociedades. La teoría marxista de los ciclos económicos, la
del crecimiento y desarrollo económico, especialmente en dos
modelos sectoriales, y la de la caída en el índice de
rendimiento o teoría de crisis, son otros elementos
importantes de la economía marxista.
La economía política es esencial para
esta visión, y Marx se
basó en los economistas políticos más conocidos de su época,
los economistas políticos clásicos británicos, para
ulteriormente criticar su forma errónea de pensar. La
economía política, que es anterior a la división que se hizo
en el siglo XX de las dos disciplinas, trata las relaciones
sociales y las relaciones económicas considerándolas
entrelazadas. Marx siguió
aAdam
Smith y
a David
Ricardo al
afirmar que el origen de los ingresos en el capitalismo es
el valor agregado por los trabajadores y no pagado en
salarios. Esta teoría de la explotación la desarrolló en El
capital, investigación “dialéctica”
de las formas que adoptan las relaciones de valor.
En su labor política y periodística
Marx y Engels comprendieron que el estudio de la economía
era vital para conocer a fondo el devenir social. Fue Marx
quien se dedicó principalmente al estudio de la economía
política una
vez que se mudó a Londres.
Marx se basó en los economistas más conocidos de su época,
los británicos, para recuperar de ellos lo que servía para
explicar la realidad económica y para superar críticamente
sus errores.
Vale aclarar que la economía política
de entonces trataba las relaciones sociales y las relaciones
económicas considerándolas entrelazadas. En el siglo
XX esta
disciplina se dividió en dos.
Marx siguió principalmente a Adam
Smith y
a David
Ricardo al
afirmar que el origen de la riqueza era el trabajo y el
origen de la ganancia capitalista era el plustrabajo no
retribuido a los trabajadores en sus salarios. Aunque ya
había escrito algunos textos sobre economía política (Trabajo
asalariado y capital1 de
1849, Contribución
a la Crítica de la Economía Política1 de
1859, Salario,
precio y ganancia1 de
1865) su obra cumbre al respecto es El
Capital.
El capital ocupa
tres volúmenes, de los cuales sólo el primero (cuya primera
edición es de 1867) estaba terminado a la muerte de Marx. En
este primer volumen, y particularmente en su primer capítulo
(Transformación de la mercancía en dinero), se
encuentra el núcleo del análisis marxista del modo de
producción capitalista. Marx empieza desde la "célula" de la
economía moderna, la mercancía.
Empieza por describirla como unidad dialéctica de valor
de uso y valor
de cambio. A partir del análisis
del valor de cambio, Marx expone su teoría
del valor, donde encontramos que
el valor de las mercancías depende del tiempo
de trabajo socialmente necesario para
producirlas. El valor de cambio, esto es, la proporción en
que una mercancía se intercambia con otra, no es más que la
forma en que aparece el valor de las mercancías, el tiempo
de trabajo humano abstracto que tienen en común. Luego Marx
nos va guiando a través de las distintas formas de valor,
desde el trueque directo y ocasional hasta el comercio
frecuente de mercancías y la determinación de una mercancía
como equivalente de todas las demás (dinero).
Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un
organismo, Marx utiliza la abstracción para llegar a la
esencia de los fenómenos y hallar las leyes fundamentales de
su movimiento. Luego desanda ese camino, incorporando
paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de
determinación concreta y proyectando los efectos de dicho
estrato en un intento por llegar, finalmente, a una
explicación integral de las relaciones concretas de la
sociedad capitalista cotidiana. En el estilo y la redacción
tiene un peso extraordinario la herencia de Hegel.
La crítica de Marx a Smith, Ricardo y
el resto de los economistas
burgueses residen
en que su análisis económico es ahistórico (y por lo tanto,
necesariamente idealista), puesto que toman a la mercancía,
el dinero,
el comercio y
el capital como
propiedades naturales innatas de la sociedad humana, y no
como relaciones sociales productos de un devenir histórico
y, por lo tanto, transitorias. Junto con la teoría del
valor, la ley
general de la acumulación capitalista,
y la ley
de la baja tendencial de la tasa de ganancia,
son otros elementos importantes de la economía
marxista.
Los
marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide
en clases sociales, de las que toman en consideración
principalmente dos:
- la clase trabajadora o proletariado: Marx definió a esta clase como «los individuos que venden su mano de obra y no poseen los medios de producción», a quienes consideraba responsables de crear la riqueza de una sociedad (edificios, puentes y mobiliario, por ejemplo, son construidos físicamente por miembros de esta clase; también los servicios son prestados por asalariados). El proletariado puede dividirse, a su vez, en proletariado ordinario y lumpen-proletariado, los que viven en pobreza extrema y no pueden hallar trabajo lícito con regularidad. Éstos pueden ser prostitutas, mendigos o indigentes.
- la burguesía: quienes «poseen los medios de producción» y emplean al proletariado. La burguesía puede dividirse, a su vez, en la burguesía muy rica y la pequeña burguesía: quienes emplean la mano de obra, pero que también trabajan. Éstos pueden ser pequeños propietarios, campesinos terratenientes o comerciantes.
Marx
desarrolló estas ideas para apoyar su defensa del socialismo
y el comunismo. «Los filósofos solamente han interpretado el
mundo de diferentes maneras; de lo que se trata es de
cambiarlo.» (Tesis XI sobre Feuerbach). El comunismo sería
una forma social en la que este sistema habría terminado y
las clases trabajadoras serían las únicas beneficiarias de
los «frutos de su trabajo».
Algunas de
estas ideas las compartieron los anarquistas, aunque
difirieron en sus creencias respecto al modo de acabar con
la sociedad de clases. Los pensadores socialistas opinaron
que la clase trabajadora debía apropiarse del Estado
capitalista existente y convertirlo en un Estado
revolucionario obrero que implantaría las estructuras
democráticas necesarias para luego marchitarse. En el bando
anarquista, gente como Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin
afirmaron que el Estado o cualquier forma de autoridad y
centralización de poder, per se, era el problema
(político-económico), y que destruir esto debía ser el
objetivo de toda actividad revolucionaria.
Muchos
gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales y
teóricos académicos han afirmado fundamentarse en principios
marxistas. Ejemplos particularmente importantes son los
movimientos socialdemócratas de la Europa del siglo XX, la
Unión Soviética y otros países del bloque oriental, Mao y
otros revolucionarios en países agrarios en desarrollo.
Estas luchas han agregado nuevas ideas a Marx y, por lo
demás, han transmutado tanto el marxismo que resulta difícil
especificar el núcleo de éste.
Actualmente
las transformaciones socio-económicas han obligado a
repensar al marxismo en una línea llamada posmarxismo en la
cual se encuentran autores como Ernesto Laclau y Chantal
Mouffe.
Se
acostumbra hablar de teoría marxista cuando se hace
referencia a la aplicación de planteamientos marxistas a
diversas cuestiones no estrictamente económicas o políticas,
como la religión, el arte, la relación entre sexos o razas,
etc., sin necesidad de asumir la totalidad de las ideas
marxistas.
El marxismo
ha sido tradicionalmente opuesto a todas las religiones.
Marx escribió al respecto que la religión es el opio del
pueblo. La fundamentación filosófica del rechazo de la
religión ha sido desarrollada por el materialismo dialéctico
de autores como Engels y Lenin.
La miseria religiosa es, por una parte la
expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta
contra la miseria real.
La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu
de una situación carente de espíritu.
Es el opio del pueblo
La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu
de una situación carente de espíritu.
Es el opio del pueblo
La referencia al opio ha
prestado a una interpretación vulgar ya que éste no es -como
suele suponerse- un estupefaciente ni tampoco un
alucinógeno, sino un narcótico analgésico. Este equívoco del
lector contemporáneo ha derivado en una confusión frecuente
respecto de la sentencia marxista. La cita completa revela
el por qué de la referencia a un opiáceo: jamás pretende que
la religión se considere una forma de degradación
intelectual ni tampoco una mera ilusión generada por las
clases dominantes (interpretación no marxista que suprimiría
la idea que éste tenía de la ideología, esto es, la ilusión
de universalidad dentro de cada clase), sino que la religión
sea, por el contrario, el anestésico necesario de la
sociedad entera frente a la alienación social y de las
clases oprimidas frente a sus condiciones materiales de
existencia.
En Marx, la crítica de la religión no
es una defensa del ateísmo,
sino la crítica de la sociedad que hace necesaria a la
religión. La supresión de estas condiciones y la realización
plena de la comunión humana se desvincula de la condición
biológica, proyectándose "al cielo" como intervención divina
en una parusía futura,
particularmente en el especial caso del cristianismo,3 en
vez de construirse políticamente mediante la abolición de la
propiedad privada y la división del trabajo. El fundamento
filosófico del rechazo marxista de la religión ha estado
vinculado al desarrollo del materialismo
dialéctico por
parte de Engels y Lenin.
En cualquier caso, ha habido diversos
teóricos que consideran que ser marxista y religioso es
compatible. Dentro de ellos se puede señalar al irlandés James
Connolly y
a diversos autores dentro de la teología
de la liberación como Camilo
Torres y Leonardo
Boff. Pero la crítica teórica
hacia cualquier religión se basa en que ésta es concebida
como el resultado de la producción de la superestructura de
la sociedad, es decir, de la fabricación de ideas ideológicas que
se hace una sociedad sobre sus propios modos de producción
económicos. Así, la religión siempre es una concepción de
ideas políticas que
tienden a reafirmar la estructura económica existente. Los
textos marxistas donde se puede encontrar información sobre
la concepción marxista de la religión son: La
ideología alemana de
Marx y Engels, y La
filosofía como arma de la revolución de
Louis Althusser. Marx describe a la religión como un ente
alienador, el cual le pone como meta alcanzar a Dios,
situación imposible para un humano pues Dios es la esencia
humana deificada, es decir: la humanidad le ha dado sus
mejores características a Dios. La religión haría
conformista al hombre y lo obligaría a no luchar en este
mundo, pues este es solo un preludio del verdadero. La
síntesis cristiano-marxista de los teólogos de la liberación
replica que el marxismo no implica este aserto y que, de ser
así, también las clases dominantes impregnadas de espíritu
religioso serían conformistas respecto de su existencia
material e incluso serían pasivas frente a un conflicto con
otras clases sociales. Para estos, en cambio, la religión -y
en particular la cristiana- siempre exige una lucha en este
mundo en función de una comunidad religiosa: sea con o sin
clases dependiendo de cómo se la entienda políticamente.
Debe recordarse que para el catolicismo la
resurrección es el regreso al edén en la tierra y que,
aunque dependa de Dios, ningún esfuerzo individual tendría
sentido si estuviera coronado por una muerte sin retorno
(incluso si la realización plena de la humanidad pudiera
hacerse sólo socialmente y no biológicamente como en la
resurrección cristiana), ya que la salvación de cada hombre
de acuerdo a su esfuerzo dentro del alienado mundo presente
sólo puede ser asegurado con la eternidad y la participación
en el mundo venidero. Esto es igualmente cierto tanto para
el ideario de autorrealización personal de la derecha
cristiana (calvinista o
al menos reconciliada con la burguesía), como para la lucha
de clases de la izquierda cristiana (marxista o no), como
para las originarias posiciones ascéticas y
apolíticas del cristianismo
primitivo. Estas últimas en
particular dieron forma estamental a
la dicotomía interna entre la vida económica y la religiosa
del occidente
medieval extramundano
y a su peculiaridad histórica de fusión entre "sociedad
civil" y "sociedad política" descrita con atención por Marx
en su obra Sobre
la cuestión judía, cuya visión
llegaría, junto con la opuesta de Nietzsche,
a Max
Weber, y que entroncaría en el
debate marxista-weberiano sobre la influencia económica de
la religión.
En su versión más ortodoxa, la interpretación marxista de la
religión sería la de una forma de alienación cuya
consecuencia para el hombre sería perder sus virtudes para
adjudicárselas a un inventado ser supremo. Según Karl Marx,
esto es lo que ocurriría en particular con la religión
monoteísta: el hombre toma toda virtud que posee y toda
idealización metafísica posible, y se la atañe a un ser
supremo de su propia creación, devaluándose a sí mismo y
dedicando su ser y propio destino a su voluntad y una
trascendencia irreal posibilitada por su existencia.
La concepción
materialista de la historia
Marx resumió la génesis de su concepción materialista de la
historia en Contribución
a la crítica de la economía política (1859):
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